lunes, 6 de septiembre de 2010

El mensajero


En un país y una época muy lejana, miles de peregrinos se dirigían hacia un santuario.
Había una posada en el camino y un anciano estaba sentado a la puerta mirando el rio de gente pasar. De pronto vio a un hombre extraño, muy delgado, altísimo y vestido con un ropaje muy diferente al resto. Le preguntó:
- ¿Quién eres?, no pareces peregrino.
- No, no soy peregrino. Soy el mensajero de la muerte y me dirijo al
santuario para cumplir con un encargo de llevarme 500 personas.
- ¿y cómo vas a realizar tu trabajo?
- Sembraré el cólera. En un lugar con tanta afluencia de gente y tan malas
condiciones, lograré mi cometido con rapidez y muy fácilmente.
El extraño personaje continuó su camino.
A los pocos días los peregrinos comenzaban a retornar. El anciano pregunto a dos de ellos:
- ¿Cómo fue todo?
- Bien, pero sobrevino el cólera y mucha gente murió
- ¡Ah sí! ¿Cuánta gente?
- Unas 2000 personas
- ¿tantas? No puedo creerlo
- Puedes estar seguro y quizás fuesen más, una lástima.

El anciano caballero decidió esperar al mensajero para preguntarle por qué había cambiado su encargo de aquel terrible modo. Y finalmente lo vio llegar:
- ¡Deténgase!!! ¿Es usted el caballero con el que hablé hace unos días?
- Sí señor, yo soy
- ¿No me dijo Ud. Que tenía el encargo de llevarse 500 vidas?
- Sí, así es. Y eso es lo que hice.
- Pero murieron muchos más
- 2200 exactamente
- ¿Y cómo pudo hacer una cosa así?
- Señor mío, yo solo cumplí con mi misión, vine a llevarme
quinientas vidas y me las llevé. . . . . . . el resto murieron de miedo.

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